Un romance escabroso I


Ángela vivía con él, como un espíritu de energía inagotable. Sólo existiría en su memoria adulterada por la locura.
En realidad nunca llegó a conocerla, pero había generado una imagen platónica de su ser, ya que Miguel, su mejor amigo desde la niñez, siempre le había hablado de ella, le había puesto al corriente sobre su relación, por medio de fotos, de viajes y su día a día en general, puesto que aunque vivían en distintas ciudades, era una de esas amistades que pese a no ver con asiduidad, perduraba inmarcesible por encima de todas las cosas.
Tras cinco intensos y estables años juntos, ella le dejó sin explicación alguna, destrozando su corazón como jamás lo habían hecho antes.
      
Así fue como Carlos decidió ofrecerle un hogar temporal, unos días de asueto con la esperanza de que se acabase disipando, con el tiempo, el sabor amargo de una ruptura que prometía escisión sempiterna. A fin de cuentas Miguel vivía en una casita en la playa y sin su amada el venidero invierno se haría menos llevadero.
Carlos era un hombre solitario e incapaz de trabar lazos profundos con más personas dadas sus peculiaridades.
Sin premeditarlo, había inventado en riguroso secreto la personalidad de Ángela, su voz, comportamientos y movimientos, a través de los momentos telefónicos y telemáticos que Miguel le había brindado.  Nunca había tenido mucho éxito con las mujeres pues les tenía algo de miedo y Ángela, al estar con su mejor amigo le era de confianza.
Sí, Ángela, además, era bella, sus profundos ojos verdes, expresivos y enormes, pretendían contrastar con el azabache de su cabello, consiguiéndolo con creces. Era cálida y jovial. Risueña y espontánea.
Poco a poco fue creando su propia historia de amor con Ángela, y necesitaba nutrir su imaginaria vida con más detalles, más fotos, más apasionadas noches de verano, simplemente con más...

Comentarios

  1. Finalmente, ¿serán los amores platónicos los que nunca nos han de decepcionar? a menudo lo pienso... Me encantó... Un besito

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  2. Muchas gracias!!! La verdad es que desde que tengo uso de razón, el amor romántico ha sido siempre el motor que ha hecho girar mi vida y haber sentido amor platónico en situaciones pretéritas (que supongo que es algo que le ha sucedido a todo el mundo) es una experiencia que me alegra haber vivido ya que me encanta experimentarlo casi todo.

    Con relación a tu pregunta, en particular, pienso que sí que nos decepcionaríamos pues aunque nunca será esa otra parte la que lo haga deliberadamente, tú mismo al descubrir la magia que has creado para idealizar la magnificencia del amado (y que al final no es tal), acabarías dándote de bruces con la frustración y te desencantarías. No cambiaría la experiencia aprendida/sentida a raíz de ese tipo de amores -sufrimiento incluido- porque he albergado una parte del amor en otro estadio y me ha gustado vivirlo así... No obstante, me quedo 100% con el real, pese a todas las decepciones y situaciones desgarradoras-pero también reales-que me pueda acarrear. Un mua!!

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  3. Verdad, donde esté el amor real que se quite todo, para el que tenga la suerte de vivirlo o la haya tenido, pero quizás cuando no es así o las personas que se encuentran siempre le decepcionen, no sea mala idea recurrir a ese amor idealizado, es un autoengaño sí, porque uno en el fondo sabe lo que pone de sí mismo en él, pero soñar a veces compensa...

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  4. No, tampoco creo que sea mala idea, pues de los sueños pueden brotar excelentes ideas y sigue siendo una desconexión necesaria de la realidad, siempre y cuando, por paradójico que suene, se tengan los pies en la tierra y no se nos vaya de las manos...

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