El temor


La luna destapa su esencia, mas no siempre embriaga con su poética mirada... su cara oculta exprime nuestra soledad, porque al oscurecer, las almas vagan desconcertadas entre la quietud de las sombras, furiosas y retraídas. Sumisas.
Un violento anochecer se nutre de seres como yo, que sienten el imperioso deseo de despertar su instinto animal para sobrevivir en los cimientos de la condescendencia, sembrando el pánico al margen de una realidad tejida con idealismo.
Sin inmutarse, cuando junto al grito del amanecer, se descubren cuerpos brutalmente desgarrados por la sed de sangre que alberga este interior exento de caridad.
Siempre de noche, arrancando los sueños que desatan los humanos, furtivos, enloquecidos. Con el delirio del amor propio perdido frente a unos instintos que impelen a querer alcanzar una rencorosa luna roja, eternamente ansiosa por enhebrar estos quejumbrosos aullidos que se desploman como letanías ante el temor de perder su protagonismo.


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