Canicas
Escapa el
cuchillo de su dueño. La daga vuelve a sonreír, vierte en el mundo tu sangre
helada tras la penumbra, entrecruzando siluetas que se desencantan a cada
paso que dan. Alejándose para emprender el camino que desean levantar.
Ruedan como
canicas, sin más dirección que la que les marca el haberse chocado o no contra
sus homólogas. Sus voluntades, efímeras, evocan resquicios lógicos para poder
asirse firmemente a aquello de lo que no quieren desprenderse, pero resbalan y
deshacen los lazos que hasta el momento habían anudado.
Hoy
expira tu interior al dejar marchar el pálpito que te hacía luchar
ferozmente en compañía de una esencia verdadera. Tu alma vacía
se llena de monótona templanza, relegándose a ser materia zarandeada por
el azar.
Escapa el cuchillo de su dueño, dejando que la fuerza interior se derrame con su huida.
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