Frustración del alma encadenada


Caía la tarde y Elvira miraba tras la ventana las gotas exprimidas por  aquellas masas de vapor acuoso que tanto le habían llamado la atención desde que era una niña.
Siempre soñaba con ellas, confiriéndoles un simbolismo de libertad que satisfacía sus temores de anclarse a la monotonía que le suponía convertirse en adulta.
Sentía que algo la vinculaba cada vez con mayor intensidad, quedando atrapada en el misticismo en el que su imaginación la embarcaba y del cual no quería escapar.
Por ello se decidió a dar el paso que la llevaría a descubrir los secretos que entrañaba la naturaleza. Abrió su ventana y se dispuso a caminar por senderos ignotos, elevándose como si ascendiese peldaño a peldaño hasta su anhelado sino.
Poco a poco veía cómo se acercaba a las nubes, y tiempo después ya las podía acariciar; su tacto era suave, evocándole a los algodones de feria que tanto había disfrutado su paladar años atrás…
Empezó a sentirse cada vez más tentada por ese universo ilógico que permanecía abstraído del mundo real y rechazaba la opción de regresar  a la cruda realidad que le deparaba el camino de vuelta que bien conocía.
Comparando ambas facciones, no podía entender cómo se podía vivir en un lugar demoledor donde, la propia vida es destruida por numerosos protocolos que no hacen más que reprimir… y estuvo divagando sobre la vida y la incidencia del ser humano en el mundo real y en su recién descubierto paraíso, decantándose por quedarse allí el resto de sus días…
Pero entonces, un pitido insoportable la hizo incorporarse bruscamente por el sobresalto. Su viaje astral había vuelto a fracasar. Miró el reloj con apatía y entonces recordó que tenía que prepararse para un examen muy importante de física cuántica...

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