La espalda imperfecta



Últimamente se encontraba maltrecha y desatinada. Notaba como si las fuerzas le flaqueasen y casi sin ser consciente, desplegaba un profundo sentimiento hacia la vida.
No, no quería morir, eso lo tenía claro pese a haber experimentado tentativas suicidas en momentos de depresión; pero estaba muy asustada y no entendía qué enfermedad mermaba su tranquilidad ¿Quién era ella? ¿Por qué siempre daba la impresión de ser tan rara?
La soledad había cribado sus relaciones sociales tiempo atrás, sumiéndola en autocompasión y desesperación. Pero aún era joven y sus ganas de volar seguían irrebatibles en pro de un cielo abierto que surcar...
Su espalda sostenía el llanto de los ángeles destinados a capitanear el equilibrio del ser. Eterna soledad que apaciguaría su malestar una vez lo entendiera.
Casi sin darse cuenta, comenzó a desarrollar unas protuberancias que desestabilizaban sus tersas escápulas, al principio sólo sentía unos bultos que podían pasar prácticamente desapercibidos, pero luego fueron promoviendo una visible turgencia dolorosa a ambos lados de la espalda que empezó a desgarrar la verticalidad de su liviana piel muy lentamente, sufriendo una prolongación de sí misma abismal.
Poco a poco aprendió a batir aquellas alas blancas, sintiéndose guardiana de lo infinito. La soledad ya no obstaculizaría la verdadera misión que le había sido encomendada. Nunca más.

Comentarios

  1. Yo también me asusté cuando surgieron una noches mis alas negras, pero han terminado siendo una bendición y ya no me puedo pensar a mí misma sin ellas, son parte de mí y me acompañarán siempre perimitiéndome una nueva visión de las cosas...

    (muy bello relato)

    Besitos :)

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  2. Muchas gracias!!! pues sí... la adaptabilidad supone evolución interna y hay que aceptarlo; esas alas son lo mejor que nos puede suceder, aunque al principio asuste! ;) Muaa

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