El paso del tiempo


El caminar inexorable de los días fluía a través de su cuerpo, de su mente, anidando en sus venas huellas de soledad indelebles,  consciente de que el pasado no retornaría a sus manos.
La desazón le oprimía el pecho. Sentía estar pagando un alto precio. Lo peor: cerciorarse de que la juventud seguía el curso de las flores y marchitaba.
Y se daba cuenta de que echaba de menos vivir, sentir, pensar, amarla... tal y como hacía antes; Aunque sólo fuera por un instante, anhelaba los efímeros días de adolescencia que se escurrieron entre sus dedos, dejando un espacio en blanco, incompleto. Insustancial.

Comentarios

Entradas populares