Soledad bien saboreada

A veces, parece que coexistiéramos en mundos diferentes, que estuviéramos unidos solamente por un tiempo secuencial en el que intercambiamos gestos y miradas con signos ininteligibles.
Que la conciencia lingüística cerrase por declararse insolvente.
El café de la mañana, el periódico en la entrada, nuestros labios agitándose... como intentando declamar palabras ¿sabes?
Y los pensamientos e interpretaciones que juzgan y sentencian cada vocablo, suturan cual cirujano nuestro comprender...
Porque, a veces, tengo la sensación de no integrarme en el raíl en el que la vida se conduce a sí misma. Pero no me disgusta.
Cada vaivén de ideas volitivas nos acerca y aleja. Nos aporta y posiciona.
Este código arbitrario que posibilita una comprensión de aquello que pretendes engendrar y que a la vez, puede perderse entre el ruido de la comunicación...
porque: ¿Quién dijo que para cada palabra hay un único valor verdadero y éste siempre es utilizado con rigor? palabras... percepciones... sentido... significado...
Ojalá hubiera forma de trasladar un pensamiento cual sinapsis cerebral, pudiendo compartirlo por la voluntad de un deseo, suprimiendo el movimiento errático de la malinterpretación. 

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