Trivialidad humana

Paso a paso nos deslizamos entre la inconsciencia y el devenir de los días va nutriendo nuestra sed de curiosidad hasta que relegamos en el olvido esa sensación que nos hace sentir vivos.
Lo que antaño era misterio se va tornando preocupación, lo que percibíamos enorme consolida proporciones dignas de estudio, intoxicadas por áreas y volúmenes que reafirman el pensamiento lógico que nos va configurando. Aquello que tratábamos de no descifrar, atribuyéndoselo a duendes y demás seres encantados, es sólo un entramado complejo de ADN, ciencia y ultrasonidos, que sigue dando respuesta, intentando satisfacer a esa mente "adulta" que necesita encontrar sentido a su paso por una vida en la que, aparentemente sólo es cuestionada por ella misma. Crecemos y perdemos parte de nuestra singularidad, de nuestra originalidad.
Y por supuesto, a lo individual se le une cual microorganismo oportunista una organización social capaz de cambiarnos si apenas percibirlo, cuya fijación patológica estriba en la utilidad del ser humano para poder ser bendecido con la palmadita en la espalda y seguir justificando el por qué de los misterios y aportar los granitos de arena suficientes como para que el mérito se lo lleve un superior jerárquico después.
La democracia se torna una dictadura de la mayoría que acalla a los grupos minoristas, muchas veces repletos de buenas ideas que permanecerán ensordecidas hasta que se les dé un oportunidad... y nosotros, aunque seamos disidentes de la alienación, más de una vez nos sorprendemos entrando en un juego que creíamos game over.

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