El tiempo
Adentrándonos
en ese concepto que con tanta elegancia pasa por nuestras vidas, unas veces de
forma inesperada y repentina, otras de manera apabullante e incómoda, nos
encontramos con el tiempo…
Gran
amigo del estrés que sucumbe a los desencantos de una sociedad donde priman las
manecillas de un reloj, las cuales dominan la vida diaria de millones de
lunáticos que se someten a las rigideces que marcan minutero y segundero; para
un reloj la vida es siempre igual: todo gira a su alrededor y hace girar a los
seres, machacando sus débiles esperanzas por alargar o acortar un mínimo
espacio temporal.
Para
aquellos hipnotizados por las ansias de una estructuración cronológicamente
adecuada, marcada por las pautas de “una normalidad” concebida como frecuencia
mayoritaria y dominante donde no tributas otra cosa más que tu tiempo (por
paradójico que resulte), el reloj es su mejor aliado y el más habituado a
la cotidianeidad, dominando sin que notes como te reprime y se sirve de ti a su
merced.
En
nuestros cuerpos abatidos por la constante lucha contra la superación de
obstáculos puestos a propósito o de manera casual para superar a corto plazo,
siempre quedará la huella indeleble del tic-tac que, incesantemente hace polvo
al más mínimo resquicio de felicidad que alberga nuestro inconsciente…
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