La nada
El silencio acaricia la mente tranquila
sin permitir que se evada con el ruido del pensamiento;
dejando un espacio repleto de nada.
Pero es nada esplendorosa, no de aquella que se
aparece invisible y rancia.
Porque la nada no siempre tiene por qué portar un
significado peyorativo.
La nada, a veces, también busca su espacio,
un espacio que no la relegue al olvido o a la infausta nulidad.
Busca tiempo para protagonizar descansos
y desconexiones con las interferencias del exterior,
para que así florezcan sensaciones colmadas de nada,
que te hagan sentir un verdadero todo.
sin permitir que se evada con el ruido del pensamiento;
dejando un espacio repleto de nada.
Pero es nada esplendorosa, no de aquella que se
aparece invisible y rancia.
Porque la nada no siempre tiene por qué portar un
significado peyorativo.
La nada, a veces, también busca su espacio,
un espacio que no la relegue al olvido o a la infausta nulidad.
Busca tiempo para protagonizar descansos
y desconexiones con las interferencias del exterior,
para que así florezcan sensaciones colmadas de nada,
que te hagan sentir un verdadero todo.
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