Simple punto y final
Cuando
le hablas a las masas siéndote indiferente su respuesta... Olvídalo, no mereces
quedarte satisfecha. Porque te da igual quién conforme esa masa. La calidad no
es importante para ti. Mientes. Dices lo que los demás quieren oír. Entonces no
me sirves. Porque me rebajas a nada. Y odio ser nada, porque sé que tengo
mucho. Si no lo sabes valorar, no seré yo la que pierda su tiempo en explicártelo.
No lo entenderías y a fin de cuentas ya hiciste tu elección y una vez más,
elegiste mal. Parece que no te cansas de ir ligada a la contrición, de
atribularte por la desazón que carcome tu día a día. Pero hoy, por fin, ya no
es mi problema. No me importas, tensaste el hilo y se quebró. Entonces… me
permito banalizar con palabras el eje de tu maremágnum. Y ya no duele porque ya
no estoy ligada a ti.
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